Lo que todo venezolano o cualquier persona debe hacer en un país socialista-comunista para sobrevivir
ANTES DE CONTINUAR LEYENDO, QUIERO COMPARTIRTE EL CURSO GRATUITO SOBRE COMO CONVERTIR TU PASIÓN EN UN EMPRENDIMIENTO. HAZ CLICK AQUI.
“¿Qué clase de
locura te permitió soñar que podías salir victorioso con esta maraña de
contradicciones y plantearla como una sociedad ideal, cuando el simple ‘No’ de
tus victimas es suficiente para demoler toda tu estructura?”. –La rebelión de
Atlas, Ayn Rand
La verdad es que
se esta yendo todo a la mierda en Venezuela. Hay muertos todos los días en
manifestaciones, su economía está cada vez peor. La situación es insostenible y
no parece que vaya a solucionarse en unos días o meses (sin importar cuantos
quisieran que así fuera). ¿La causa de eso? Las políticas de Nicolás Maduro. Así
que, ¿qué podes hacer vos, venezolano, para cambiar la situación? ¿Y que debería
hacer cualquier persona cuando uno se encuentra en un país estatista, en el
cual se desarrollan políticas cada vez más extremistas?
Antes que nada
uno debe entender qué son las políticas estatistas (o de izquierda) y como funcionan.
Medidas políticas de esta índole, se producen, según se dicen, para el bien del
pueblo. El bien de todos. El bien mayor. ¿Mayor a que? Nadie lo sabe. ¿Quiénes
son todos? Bueno, todos son todos. Indiscriminadamente. Lo cierto es que la
idea de que todos tengan lo mismo, la idea de que todos sean iguales, solo le
puede parecer atractiva al mediocre. A aquel que no puede imaginarse tener más,
porque sabe que es incompetente para conseguir nada. Al que le teme a la
competencia.
Algunos usuarios
venezolanos que siguen mi cuenta de Instagram me preguntaron qué deberían hacer
en la crisis que están enfrentando, la cual está en manos de un dictador. Pero
antes de poder contestar esa pregunta uno debe ser capaz de entender la naturaleza
de esa clase de gobiernos estatistas y cómo funcionan para poder romper el
mecanismo.
La realidad es
que hoy por hoy, todos los países son en menor o mayor medida estatistas, es
decir, todos interfieren en lo que es la economía en algún grado. Desde el mal
llamado país capitalista EEUU (por lo menos hasta que subió Trump, todavía es
muy temprano para ver de qué forma encarará el tema) hasta China. Todos se
creen aptos para manipular el mercado. Lo cierto es, que el mercado no puede
operar a la fuerza. Cuando un país empieza a crear leyes que lo regulen, el
mercado empieza a funcionar de forma errónea. Cuando un estado indica que debe
de haber un salario mínimo que las empresas deben ofrecer, o seguros, entre
otras cosas, eso produce que los costos de la empresa suban. Al subir los
costos de las empresas, el precio del producto sube. Al subir el precio del
producto menos gente lo compra. Al comprarlo menos gente, la empresa entra en
perdida. Al entrar en perdida y tener que cubrir sus gastos, el precio sube más
o hay recortes de personal o los salarios bajan o la empresa cierra. Según los
dirigentes de los países más socialistas, esto se debe a que hay alguna clase
de conspiración de los empresarios y la culpa cae sobre el capitalismo. La culpa
car sobre la clase burguesa. Sobre el emprendedor y sobre el empresario. ¿Y cuál
es la mejor solución según estos dirigentes socialistas para derrotar y ganarle
la guerra al odioso y malvado capitalista que solo quiere llenarse los
bolsillos de plata? Más controles. Más leyes. ¿Y que produce el aumento de
leyes y controles? Más subas de precio. Más recortes. Escasez de productos. Lo
cual genera más “guerra económica” para el político de izquierda, quien propondrá
mas controles. Y el ciclo es infinito. O mejor dicho, hasta que no hay ninguna
fabrica en funcionamiento, excepto aquellas que funcionan con ayuda del
gobierno. La diferencia es que estas empresas no buscarán mejorar, ni ofrecer
un mejor producto o servicio. ¿Para que querrían hacerlo? El gobierno las apoya
y gracias a él, son capaces de dominar todo un mercado. Si cualquier otra
empresa quiera entrar y competir contra ella, no podría. Las regulaciones del
gobierno no le permitirán. Ahí es cuando aparecen los tan temidos monopolios.
Estos no aparecen cuando no hay competencia, sino cuando la competencia es
imposible. La única herramienta que logra que la competencia sea imposible es
la ley, en forma de licencias especiales, subsidios, otorgamiento de
franquicias, etc. El más claro ejemplo de esto son los servicios del hogar. En
todo el mundo, no conozco excepciones aunque quizás haya alguna perdida por ahí,
la empresa encargada de brindar electricidad, agua o gas, lo hace gracias a que
posee un contrato con la municipalidad o cualquiera sea la institución del
gobierno local. En América Latina, Argentina, para ser más exactos, el servicio
de la electricidad es pésimo. Hay cortes cada cierto tiempo y las tarifas son
altas. Si yo tuviera un empresa que brindara el mismo servicio pero de mejor
manera y cobrara precios mas bajos, no podría ofrecerlo. La empresa actual y la
municipalidad tienen un contrato especial que prohíbe a cualquier otra empresa
encargarse de ese servicio. Con los demás, pasa lo mismo.
El poder que
logra que los gobiernos sean capaces de actuar sobre la economía es tan simple
como la fuerza. La fuerza bruta. La fuerza coercitiva. Literalmente si uno se rehúsa
a pagar un precio tan alto, ya sea por salarios o por impuestos que te impiden
crecer y solo sirven para que la producción sea de peor calidad, te busca la policía
y vas preso si no cumplís con sus leyes. Todo empresario actúa con un arma en
la cabeza.
Así que, ¿qué
deberían hacer los venezolanos o cualquier ciudadano de un país que se vuelve
cada vez más comunista para poder progresar?
La respuesta es
irse.
Abandonar el país
lo antes posible.
Estoy seguro de
tu expresión al leer la solución pero antes de que no termines de leer este artículo
y trates de meterme alguna clase de denuncia porque digo algo que te incomoda,
déjame explicarme un poco más, y quizás, quien sabe, termines aceptando mi
punto.
Hace un par de
días hice una encuesta a mis seguidores sobre que estaban haciendo ellos para
sobrellevar la crisis. Las opciones eran, seguir trabajando, ir a marchas, irse
del país, o nada. Las respuestas que más se repitieron fueron seguir trabajando
e ir a marchas. Ambas respuestas que no consiguen nada. Si uno sigue trabajando,
sigue alimentando a la bestia. Sigue produciendo para el enemigo que te está
matando. Y si uno va a marchas conseguís dos cosas, o que te maten o perder el
tiempo. Las marchas por mas pacificas que sean no logran nada, (Gandhi hizo más
que marchar y la situación era distinta porque era un enemigo externo, no
interno). Sé que muchas personas van a pensar que no, que uno debe marchar,
protestar y ejercer sus derechos y que los mismos políticos sacaran a Maduro
del poder. No hay forma de que pase eso. Maduro ya está envestido con todos los
poderes que hay en el estado, ejecutivo, judicial, militar y legislativo. Si
algo no le gusta, puede usar las fuerzas militares para reprimir. Si algo no le
gusta, creará leyes para que se ajusten a sus deseos. Si alguien dice que lo
que hace va en contra de la ley, el mismo se juzgará y dirá que es correcto.
Alguno dirá, bueno pero podemos sacarlo a la fuerza si controlamos las fuerzas
militares. Un golpe de estado no es la solución. Y solo producen más
catástrofes (si, es posible que la situación empeore) porque básicamente
estarías pasando de una dictadura a otra.
¿Qué pasará en el
futuro? Lo más cercano que uno puede pensar es que se conviertan en algo
parecido a la Unión Soviética, donde la gente moría de hambre y les daban
raciones de comida solo a quienes estaban afiliados al único partido político
existente. Un lugar donde tenías que hacer colas durante horas para poder
comprar un kilo de azúcar o papel higiénico (algo que ya está pasando). Un
lugar donde la KGB espiaba y secuestraba a cualquier persona que pensara
distinto (algo que quizás pase en el futuro). Estarán pensando, bueno, pero en algún
momento la URSS cayó. Si, cayó luego de sesenta y nueve años. Casi dos
generaciones de familias se vieron oprimidas antes de que pudieran tener un
país libre, y si pensamos lo que les costó reformarse luego de la disolución,
podrían ser casi tres generaciones. La pregunta que cada uno se debe hacer es,
¿vale la pena? ¿Vale la pena que tus hijos y nietos tengan que sufrir lo mismo
que vos, porque tenés una clase de “sentimiento” e “intuición” que te dicen que
las cosas cambiaran? ¿Vale la pena quedarse solo porque si te vas está mal
visto por otras personas, porque estas abandonando a alguien?
Mucho me dijeron
que irse no era una opción. Que luchaban y seguían trabajando como gente
honrada que luchaba por su país. “Su” país. “sus” hermanos venezolanos. Déjenme
aclarar un punto (que luego analizaré mejor en algún futuro artículo), y esto
va dirigido a todos, un país NO ES TUYO. No es una propiedad. La gente que vive
allí con vos, en esa misma región pero que no conoces NO SON TUS HERMANOS. Esa
gente que no conoces no tiene poder alguno sobre tu vida. La sensación de que
lo tengan es por esa vil moralidad llamada altruismo que indica que tus
intereses personales no valen una mierda frente a las necesidades de otras
personas. Esa moralidad indica que frente a un problema, tus hermanos, vecinos,
la sociedad, cualquiera que se aparezca, tiene poder para dictar lo que debes y
no debes hacer, sin importar si estás de acuerdo o no. Sin importar si a vos te
beneficia en algo o no.
Pero lo peor de
quedarse, sea por la razón que sea, es que no estás ayudando a nadie. Ni a vos,
ni a aquellos que querés ayudar. Lo único que logras al quedarte es seguir
perpetuando el sistema que odias. La sensación de que un dictador posee el mayor
poder del mundo es mentira. La forma más débil de poder es poder sobre las
personas. Si no hay personas a quien gobernar, ¿Qué poder tiene el gobernador?
Si, él puede manipular al ejército pero si no tiene a nadie para usarlo en
contra, ¿de qué sirve? Si, él puede crear leyes, pero si no hay nadie frente a
quien usarlas ¿de qué sirven? Si, él puede intentar manipular la economía pero
si no hay nadie que produzca dinero, ¿de qué sirven? Si, él puede dirigir un
país, pero un país es una comunidad, y si no hay nadie en esa comunidad, ¿a quién
dirige?
Ese es el
problema que empieza a surgir luego de un tiempo cuando la gente se da cuenta
de que la situación ya se vuelve totalmente incontrolable y empiezan a morir en
la calle por falta de medicamentos o comida y que su tan amada “lucha” no
consigue nada. Recién en ese momento, la gente empieza a irse y lo hacen en
grandes cantidades. Empieza a haber emigraciones masivas y cuando el gobierno
se da cuento de eso, cuando el gobierno se da cuenta que la gente, lo único
frente a quien tiene poder se va, cierran las fronteras. Nadie puede salir. En
ese momento es cuando ahí si estas jodido. Antes tenías la opción de irte si no
estabas de acuerdo, ya no. Y si lo intentas, lo más probable es que te maten.
Dirán que deben
cerrar la la frontera porque hay algún poder capitalista externo que está
tratando de que la voluntad del pueblo no se lleve a cabo y por eso deben
cerrarse, al igual que hicieron en la Alemania del este.
Si podes, no lo
dudes.
Andate.
Huí de ese país,
no hay nada ahí para vos.
Ya sé, ya sé, no
es políticamente correcto que diga eso. Es algo malvado, dirán. Va en contra de
la naturaleza del amor, gemirán algunos. Pero lo que de verdad quieren decir
es, “Nadie puede irse. Tienen que quedarse. Luchar por sus hermanos
venezolanos”, en otras palabras, sufrir como nosotros. Y en este punto, no sé qué
clase de persona es peor. Si Maduro o aquellos mismos venezolanos que recurren
a la culpa para hacer que otros, “sus tan amados hermanos” se queden a sufrir.
La gran novela la
rebelión de Atlas, relata como Estados Unidos cae bajo el poder de un presidente
que posee las características de Maduro. Y la única opción que tienen para
sobrevivir bajo ese régimen es comentada por uno de sus personajes principales:
“Te hablo a ti,
que deseas vivir y recapturar el honor de tu alma. Ahora que sabes la verdad
acerca de tu mundo, deja de apoyar a tus destructores. La maldad del mundo solo
ha sido posible gracias a tu aprobación. Retira tu apoyo. No intentes vivir
según los términos de tus enemigos, ni ganar un juego en donde ellos hacen las
reglas. No busques el permiso de quienes te han esclavizado; no pidas limosna a
quienes te robaron, ya sea en forma de subsidios, de préstamos o de empleos; no
te unas a su bando para recuperar lo que te han robado, ayudándolos a robar a
tu prójimo. No es posible conservar la vida aceptando sobornos para condonar la
propia destrucción. No te esfuerces en obtener beneficios, triunfos, ni
seguridad, al precio de una hipoteca sobre tu derecho a la existencia. Esa
hipoteca no debe ser pagada; cuanto más les pagues, más te exigirán; cuanto más
grandes sean los valores que intentes alcanzar, mas inerme y vulnerable serás.
El suyo es un sistema de chantaje abierto, ideado para desangrarte, no por tus
pecados, sino por tu amor a la existencia.
No intentes ascender
con las condiciones de los saqueadores ni subir por una escalera que ellos sostienen.
No permitas que sus manos toquen el único poder que los mantiene en el poder:
tu ambición de vivir. Declárate en huelga como yo lo hice. Utiliza tu mente y
tu habilidad en privado; aumenta tu conocimiento, desarrolla tus habilidades,
pero no compartas tus logros con otros. No intentes amasar una fortuna con un
saqueador montado a tu espalda.
Quédate en el
peldaño más bajo de la tu escalera; no ganes más que lo estrictamente necesario
para tu supervivencia; no ganes un
centavo extra que vaya a financiar el estado
de los saqueadores. Ya que eres un cautivo, actúa como cautivo; no los ayudes a
simular que eres libre. Conviértete en ese silencioso e incorruptible enemigo
al que ellos tanto temen. Cuando te fuercen, obedece, pero no seas voluntario
de su causa. Nunca ofrezcas dar un paso en su dirección, ni expreses un deseo,
un ruego, o un propósito. No ayudes a un saqueador a afirmar que actúa como tu
amigo y benefactor. No ayudes a tus carceleros a pretender que su cárcel es el
estado natural de tu existencia. No los ayudes a falsear la realidad. Esa
falsificación es el único dique que contiene su terror, el de saber que no son
aptos para la existencia; quítalo y deja que se ahoguen; tu aprobación es su
único salvavidas.
Si encuentras
alguna oportunidad para desaparecer en algún paraje ignoto fuera de su alcance,
hazlo; pero no para vivir como un bandido, o formar parte de una pandilla que
compita con las de ellos; construye una vida productiva por tus propios medios,
con aquellos que acepten tu código moral y estén dispuestos a luchar por una
existencia humana. No tienes posibilidad de triunfar mediante la Moral de la
Muerte, ni valiéndote del código de la Fe y la Fuerza; establece un paradigma
al que los honestos se acogerán: el paradigma de la Vida y la Razón.
Actúa como un ser
racional, intenta convertirte en un punto de convocatoria para todos aquellos
sedientos de una voz de integridad. Actúa basado en valores racionales, tanto
si encuentras solo, en medio de tus enemigos, como en compañía de unos cuantos
amigos escogidos, o como fundadores de una modesta comunidad en la frontera del
renacimiento de la humanidad.
Cuando el estado
de los saqueadores colapse, privado de los mejores de sus esclavos; cuando
caiga a un nivel de caos impotente, como las naciones asoladas por el
misticismo de Oriente y se disuelva en hordas de ladrones que luchan por robarse
entre sí; cuando los defensores de la moral del sacrificio perezcan junto con
su ideal, entonces, ese día, volveremos”. –La rebelión de Atlas, Ayn Rand.
0 comentarios: