La cárcel del hombre superior
"Lo que el hombre superior quiere, lo encuentra en si mismo; lo que el hombre vulgar quiere, lo encuentra en otros" - Confucio
Hay algo en el aire que respiran. Puedo
verlo en sus ojos. Ese sentimiento de encogimiento, de pequeñez. De miedo. Es
por eso que hicieron lo que hicieron. Es por eso que tomaron lo mejor de
nosotros y lo volvieron algo pecaminoso, algo prohibido. Nos ataron con esposas
a medida. Es como si nos hubieran privado de nuestra comida, de nuestro oxígeno.
Como si nos hubieran criado en un planeta sin atmósfera.
Así nos sometieron. Tomaron el control del
juzgado. Se auto proclamaron jueces provenientes de una realidad más alta, más
profunda, más divina. Murmuraron que sus palabras tenían la autoridad de un ser
superior, algo que no podíamos entender y así nos sepultaron.
Sus voces sonaban tan a gusto; tan llena de
confianza; tan certeras; dado el hecho de que descansaban sobre la autoridad de
un ser supremo, que así mostraban lo frágiles que eran.
Nosotros mismos fuimos quienes no volvimos
contra nosotros. Nosotros mismos entramos por buena voluntad en esa cárcel
putrefacta y sucia. Mientras, ellos pasean detrás de las rejas moviendo un par
de llaves que usan para dejarnos salir cada tanto. Pero no te dejes engañar,
esas llaves son falsas. La cerradura esta falseada. La jaula se abre desde
dentro. Basta con que te levantes de ese asiento en el que estas y decidas
mover la puerta con un pequeño empujón para que quedes libres de todo aquello
que te impusieron. Es por eso que no hacerlo implica una clase de debilidad al
mismo tiempo. Es una locura. ¿Dónde se ha visto que sea el piojo el que domine
al león?
Tomaron esta tierra y todo lo bello. Es más,
proclamaron bello, lo horrible. Dotaron de un color de virtud, todo vicio.
Aplaudieron la debilidad y le hicieron un monumento a la enfermedad. Todo esto, ¿para qué? Una plaba: dominación. Porque
era la única forma que tenían de tomar el poder.
Volviendo fuerza, la
debilidad, se hicieron fuertes. Volviendo hermoso, lo feo, se hicieron
hermosos. Tomaron toda esta tierra y la pusieron patas arriba, de cabeza.
Intentaron marearnos a nosotros también. Con algunos tuvieron éxito.
Todavía se pude ver como algunos dragones
inclinan la cabeza ante el ratón. Es una vergüenza. Cada vez que veo algo
parecido, siento algo en mi estómago que hace que los odie cada vez más. ¿Con
qué autoridad se creen capaces de decirnos a nosotros, fuertes entre los
fuertes, seres independientes, que debemos seguir sus palabras? ¿Con qué
autoridad se creen capaces de darnos ordenes, a nosotros, que si quisiéramos
podríamos despellejarlos con solo una zarpada?
Pero eso tiempo ha terminado. Si el hombre
quiere sobrevivir, debe ser capaz de abandonar a sus hermanos. Debe ser capaz
de levantarse y salir por y para sí mismo, de esa cárcel que se auto impuso. Debe ser capaz de despreciar lo despreciable y de admirar lo admirable.
Sin culpa.
Sin compasión.
Sin piedad por lo inferior.
Si no, perecerá como tantas otras especies.
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