¿A quién le pertenece tu vida?
A lo largo de diferentes tiempo le han indicado a los humanos que la vida le perteneces a otras persona. Nunca a uno mismo. Le perteneces al pueblo, gritaban unos. Al rey, otros. A los dioses, otros. Es decir, a una masa amorfa sin rostro; o a un individuo que se sienta en el asiento más alto; o a la creación imaginaria de esquizofrénicos. Y de ahí, de toda acción que uno haga, el beneficiario debería ser ese destinatario.
¿El
resultado? Un resentimiento hacia la vida. Una sensación de que la vida es un
pedazo de estiércol que te obligan a comer a la fuerza y que no hay nada que
podamos hacer para evitarlo, tan solo inclinar la cabeza y asentir pasivamente.
Porque hacer lo que queremos está mal. Beneficiarnos, ser egoísta, es un error.
Un error fatal. Digno del mayor ostracismo ateniense.
Pero, piensa por un momento. Piensa en
cuando hacías eso que realmente querías. Ese hobby que siempre tratas de hacer
todos los días. Piensa en cuando disfrutabas lo que hacías. Esa sensación. Ese
erizamiento en la piel. Tener la mente enfocada en eso, cerrándole la puerta a
todo otro sentido. Una persona que ha probado semejante fruto, semejante
victoria, entiende que nada menos puede ser visto como normal. Esa sensación tiene
que ser la norma. El estándar de todo. La corriente natural por donde
atravesamos la vida.
Es difícil. Vas a encontrar gente que te lo
va a echar en cara. “Es un pecado” gritaran algunos subidos en tumbas de
mártires, en tumbas de gente que no quería nada para sí.
No los escuches. No lo hagas si quieres
vivir.
Es tu vida. Vívela en tus términos. Hace lo
que quieras hacer mientras no interfieras con la de nadie más. Piensa en lo que
quieres. Y haz todo lo que puedas por alcanzarlo.
Vale la pena.
Esa sonrisa que tengo mientras escribo esto
lo confirma.
Incluso escribir. Incluso mi blog. Mis
videos. Futuros proyectos. Todo lo que hago lo hago porque me gusta. Porque los
disfruto. Porque si bien hay cosas que me cuestan y requieran que pelee, que
putee a la computadora, a mí mismo, o al ambiente o cualquier cosa. Cuando lo consigo, consigo
lo que quería. Lo que esperaba. Y eso salda toda cuenta.
El sentido del deber. El deber por el
dinero. El deber por agradar a otras personas. El deber por la tradición. Tu
familia. La iglesia. El deber de Kant. El imperativo categórico. El deber
impuesto. Todo deber. Todo imperativo. Mata a la creatividad. Mata a esa
entrada a la indagación. Mata ese disfrute de expresarse. Mata a toda
originalidad. Mata toda alegría pura.
No dejes que te maten. Por lo mejor que
hay dentro tuyo, no lo dejes vencerte.
Sublime
ResponderEliminarjajaja graciasss
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