Esto podría salvarte la vida, o por lo menos, el día

9:32 inevitable 0 Comments





El otro día estaba leyendo El príncipe de Nicolás Maquiavelo, una versión que estaba anotada con los pensamientos de Napoleón Bonaparte, sus opiniones y planes para el futuro. Y en un capitulo llamado “Por qué, ocupado el reino de Darío por Alejandro, no se rebeló contra sus sucesores después de su muerte”, Napoleón había escrito más abajo:

“Digno de ser de atención para mi. Apenas puedo prometerme más que treinta años de reinado, y quisiera tener hijos idóneos para sucederme”

Y me puso a pensar.

Apenas más de treinta años.

¿Vale la pena?

¿Vale la pena todo el esfuerzo por solo un par de años?

Imagínate todos los problemas que debía tener Napoleón a su alrededor. Amigos que lo querían traicionar, guerras que debía ganar, gente que lo quería muerto, miles de estrategias por diseñar para que todo siguiera el curso que deseaba, miles de variables por estudiar. Dudo que muchos hombres más puedan dormir de noche con tanto caos a su alrededor.

Algunos nos ponemos nerviosos cada vez que debemos dar una presentación oral. Imagínate conquistar países vecinos. La conquista del poder, ¿para qué? ¿Qué esperas conseguir?

Y esto no solo lo sufre el empleado (hay como una especie de pseudo-creencia entre los emprendedores, de que son mejores que los empleados que trabajan 8 horas diarias, una clase de justificación que se dicen entre ellos para sentirse un poco mejor) sino también los emprendedores, que muchas veces se esfuerzan casi en demasía tratando de conseguir algo. “Viví como nadie quiere por un par de años, para vivir el resto de tu vida como nadie puede” pero, de vuelta, ¿vale la pena? ¿Vale la pena dejar de pasar tiempo con la familia por algo que podes hacer después y que solo te retrasará un par de días? ¿Vale la pena deteriorar tu salud solo para poder adelantar un poco tu trabajo? ¿Qué estás buscando? ¿Un mejor auto? ¿Una mejor casa? Y estos, ¿cuánto va a durar? ¿10, 20, 30 años?

Te reías de Napoleón pero estas siguiendo su locura.

Lo que realmente buscamos es la felicidad. Sentirnos bien. Y la felicidad está (odio este cliché, pero es cierto) en las pequeñas cosas que hacemos día a día. Los momentos que compartimos con otras personas. Esos chistes que contás con tus amigos. Esos almuerzos que disfrutás con tus familiares. Esos momentos en los que haces una introspección y respiras, sabiendo que durante el día puede que no vuelvas a tener esa clase de paz que sentís ahora.

“Caso de que no aproveches esta oportunidad para serenarte, pasará, y tu también pasarás, y ya no habrá otra” –Marco Aurelio

Y es que la felicidad no puede ser conseguida exteriormente.

No está en la ropa nueva que te compraste.

No está en los parciales que aprobás.

No está en los ascensos que conseguís.

Así que, lo que sea que estés haciendo tenes que saber por qué lo estas haciendo. No creyendo que una vez que alcances cierto objetivo, ganes cierta cantidad de plata o conquistes cierta cantidad de tierras (si fueras Bonaparte), vas a estar finalmente feliz.

Porque no lo estarás.

Hace algo porque te gusta hacerlo. Porque te gusta el hecho de sentarte y pensar. O salir y correr.

Si no sos feliz con el auto que tenes ahora, no vas a ser con una Lamborghini.

Repetí conmigo:

Si no sos felíz con las cosas que tenes ahora, ningún objetivo que alcances va a darte la felicidad que buscás. 

Así que ahora vas a comprarte un vestido nuevo o el último celular o las zapatillas que te harán correr más rápido que todos o el auto de tus sueños o vas a tener sexo apasionado con una conejita playboy, genial…y ¿después qué? Porque el vestido se va desgastar, el celular caer y romper (entre más nuevo sea, más fácil de que ocurra esto), las zapatillas se van ensuciar y despegar la suela, y pronto te aburrirás de tu auto y querrás uno nuevo, y créeme que después de que eyacules solo querrás dormir.

Y otro día vendrá.

Y el ciclo se repetirá.

Y todavía vas a sentir el vacío que deseabas llenar con algo externo.

La felicidad no depende de algo. Si lo fuera solo seria temporal. Y no solo eso, sino que dependería de algo que no podes controlar. Estarías a la deriva, sintiéndote bien o mal dependiendo de como se desarrollan las cosas.


Como una medusa. Sin cerebro. Sin huesos. Flotando por ahí.

0 comentarios: